La visita al Fondo Antiguo de la Universidad de Sevilla me resultó muy muy interesante. He de deciros que tengo alma de historiador, y que como tal, el ver todos aquellos libros tan antiguos me hacía imaginarme un millón de aventuras sentado en una vieja mesa con un foco muy pequeño y pasando página tras página sin saber bien que estoy buscando, pero disfrutando a cada movimiento del olor tan característico a libro antiguo, a pastas desgastadas (aunque vimos que algunas habían sido restauradas) y a tinta seca. Pensar que quizás alguno de esos libros nunca hayan sido leidos en profundidad, que en alguna de sus páginas pueda haber un pequeño comentario que nadie haya visto nunca, imaginar que letras se esconden tras esos borrones de tinta de la censura...todo eso me pone la piel de gallina.
Cada uno de aquellos dibujos que con tanto esmero se habían realizado en los atlas me hacían pensar en las horas que se había pasado el dibujante ante ellos, pero sobre todo, en cómo ha cambiado el mundo desde que él cogió sus pinturas, y con ellas dibujó tierras desconocidas y criaturas inimaginables, hasta hoy, donde con un ordenador podemos tener toda la veracidad en la palma de nuestras manos en menos de un seg.
La informática y las nuevas tecnologías son una verdadera maravilla, pero la magia de aquellos libros que nos enseñaron no podran alcanzarla ni un millón de ordenadores....
Hasta pronto!
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